Wednesday, May 23, 2007

La pluma y Keith

I

Pichi: ¿Sabés que a veces se te mete alguien en la cabeza y se instala ahí y empieza a dar vueltas y te pones a pensar primero en las cosas buenas que tiene y luego en las malas y al final la ves simplemente como una persona? Bueno, eso es lo que me pasa a mi con Keith Richard.

Ruta: Es lo que pasa cuando conducís durante recorridos muy largos, sobre todo si vas solo. Conducir solo consiste principalemente en permanecer sentado al volante y avanzar con la ruta. Un acto de tipo estacionario pero aunque estás sentado sin moverte el coche no deja de avanzar y se te quedan los pies dormidos, completamente dormidos. Tus pensamientos corren como el motor, como una cámara enloquecida, mientras tu cuerpo sigue quieto. Es lo que pasa cuando conducís mucho rato.

Pichi: Lo que me obsesiona de Keith es que lleve ese diente de tiburón colgando de la oreja, que tenga cara de halcón, que tenga ese apellido. No se llama Richards, sino Richard. Keith Richard, dos nombres propios. Y le dio una patada en los dientes a un escocés al principio, cuando los abucheaba la gente en sus primeras actuaciones en Escocia.

Ruta: Me viene a la nariz un olor del suelo, primero como de caucho quemado y luego dulce, como de jarabe. Es curioso porque cuando huele a caucho quemado termino inquietándome, poniéndome tensa, preguntándome si vamos a conseguirlo. Cuando huele a jarabe me tranquilizo y me siento maravillosamente bien pensando que ya vuelvo a estar en la ruta. En la ruta, en la ruta, en la ruta.

Cuervo: Un tremendo dolor en el estómago.

Pichi: Así fue como murió Jack Kerouac. Canadiense francés.

Ruta: Me dirijo a Canadá.

Pichi: Voy a la tierra de Jack.

Cuervo: Se le reventó el estomago y se desangró de tanto beber. No he tomado un solo trago desde hace tres días. Quizas necesite un trago. Un poco de Jameson. 151 grados. Como para matar a un caballo...

Ruta: Queda como un kilómetro hasta la luna. Ruta abajo. Ruta abajo, ruta abajo, ruta abajo. Visión de coches accidentados.
Pichi: Visión de estrellas accidentadas. La cabeza cortada de Jayne Mansfield. Jackson Pollock. Jimmy Dean..
Ruta: Visiones de coches accidentados. Dormido al volante. Sacudir la cabeza. Raya discontinua.
Pichi: Raya amarilla.
Cuervo: Raya continua.
Ruta: Raya blanca continua.
Pichi: Raya blanca discontinua. Rota.
Cuervo: Huesos rotos.

Ruta: Coche averiado. Perdido en la soledad.. Hacer dedo para ir por nafta. Hacer dedo en la negra noche. Perdido en la soledad. Faros. Focos. Intermitentes. Luces en la noche. La débil luz azul del cuarto del niño, para que no entre el cuco. Carburadores, bujías, generadores, reguladores, combustión interna, potencia de acero. El caballo de hierro. Pero eso es un tren.

Pichi: Keith en pie, solo, ante la noche californiana. En pie, con sus botas de pitón, mirando una pileta en forma de riñón. Como la pileta en la que murió Brian. Mirando fijamente el agua. El viento agita su pelo color ala de cuervo. Pluma de cuervo.

Ruta: ¡Un cuervo! ¡Un pájaro negro muerto de un golpe en el ala! Freno de golpe, salto del coche y tomo una pluma larga para que me dé suerte. Cuando le arranco la pluma el cadáver pega un brinco.

Cuervo se contorsiona dolorido y expele un aullido.



II


Ruta: Sigo conduciendo y me acuerdo de una película titulada El cuervo . Todos los que salen en la película se pasan el rato diciéndo que el Cuervo disecado es un símbolo de la muerte. Reflexiono sobre eso. Me hago preguntas.

Cuervo: ¿Vas a morir? ¿Todas las cosas son señales? ¿Da mala suerte llevarse la pluma de un cuervo muerto? ¿Estaba enfermo? ¿Da mala suerte tocar la pluma? ¿Morirías si tocaras la pluma? ¿Tendrías un accidente?

Ruta: Freno de golpe y bajo un terraplén hasta un riachuelo de aguas transparentes y me lavo la mano que ha tocado la pluma. Veo cómo se va la maldición. Vuelvo a estar limpia. Subo otra vez al coche pero la pluma sigue ahí. No puedo volver a tocarla porque entonces la maldición no me abandornaría jamás. Sigo conduciendo como si me persiguieran. Huyo.
Cuervo: De un lugar a otro lugar. Pero el quilombo está entre los dos puntos.

Ruta: ¡La pluma habla! Estoy seguro. Tiene voz. Su voz propia y especial. Recuerda más a la voz de los niños asiáticos que a la del cuervo. No, se parece más a la voz de Nevermore, el cuervo de Edgar Poe. No importa. Es tan especial que no se puede describir. Tiene voz, me habla, seguro. Habla en voz baja y suave, con voz de pluma. Murmura al compás de los pistones y luego más fuerte, más destacada. Luego grita, luego calla. Espero, pienso que quizá tendría que descansar. Quizá tendría que estirarme en el asiento de atrás y dormir un poco. Quizá desaparezca la voz cuando salga el sol. Quizá, pero no. La voz me dice:

Cuervo: Fijate en el rayo de luna que brilla en el agua, fijate bien, te persigue. Como si fueses la única. No podrás huir. Te llevo a un sitio especial.
Ruta: ¿A mí? Mira, lamento haberte arrancado la pluma, creía que no iba a importate. Al fin y al cabo, estabas muerto.
Cuervo: Mi cadáver en el asfalto. Mis garras. Mis plumas hablan. Mis huesos. Mis plumas hablan.
Ruta: Ya lo sé. ¿Cómo es que hablan? Eso si que no lo entiendo.
Cuervo: No sos quien para entenderlo. Limitate a seguirme. Te voy a mostrar el camino.
Ruta: Tengo una cita en Canadá. Y al paso que voy ya llegaré tarde.
Cuervo: Te llevaré allí y luego podrás irte.
Ruta: ¿A dónde? ¿A dónde me vas a llevar?
Cuervo: Al sur.
Ruta: Pero si voy al norte.

Cuervo: Ya no. Irás a un pueblo que se llama Noir, cerca de Louisiana. Atravesarás el pueblo sin detenerte, hasta llegar a un solar de las afueras en el que encontrarás un cementerio de coches. Un cementerio atestado de restos de coches. Estacionarás ahí, bajarás del coche y te irás directamente hacia un viejo Pontiac negro que está separado de los otros, completamente solo. Entrarás, te sentarás al volante y abrirás la guantera. Ahí encontrarás seis plumas negras iguales a ésta. Meterás mi pluma en la guantera, junto a las otras, y luego cerrarás. Después podrás regresar a tu coche e ir donde te de la gana.
Ruta: ¿Eso es todo? ¿Es todo lo que querés que haga?
Cuervo: Eso es todo.


III
Ruta: Me quedé sentada, helada, durante un rato. Supongo que esperaba nuevas instrucciones. No oí nada. Miré a través del vidrio roto de la ventanilla. Nada. Jugueteé con el volante y con la palanca de cambios. Bajé la vista. Había una herrumbrosa llave de contacto puesta en su sitio. Sin pensar en lo que hacía, mi mano la tomó y dio el contacto. El viejo motor arrancó y soltó unos ladridos. No me sorprendió. Puse marcha atrás y retrocedí a través de los montones de metal y vidrio y luego salí hacia la ruta. En dirección norte. Hace años que estoy conduciendo así. Simplemente hacia el norte. Siempre voy hacia el norte y nunca llego a ninguna parte. Nunca me detengo a cargar nafta, a comer o a dormir o a charlar con amigos. Sólo manejo. Hacia el norte.


IV
Pichi: Keith y Mick. Como hermanos. Como fraternales diablesas disfrazadas. La mano izquierda y la mano derecha. Un animal bifronte. La música y la letra. El fondo y el primer plano. Lo contrario de Paul y Jhon. La oscuridad y la luz. Siempre me sentí atraído por las tinieblas. Por la negrura. Por la muerte. Por el sur. Bien. Ahora voy hacia donde tenía que ir. Me alejé de ese pintoresco norte. Me alejo de las langostas y las iglesias blancas y de los cenemterios de la Guerra Civil y de las conversaciones intelectuales. Voy hacia los pantanos, hacia el delta, hacia la resaca.

Final